Final y comienzo del Año Litúrgico

Autor: José Rodríguez Pacheco
On 10 diciembre, 2025

Final y comienzo del Año Litúrgico.

Cristo ReyCiclo Nuevo A (Esperanza)

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy llegamos al final de un camino. Un año más hemos recorrido, domingo tras domingo, los misterios de nuestra fe: hemos contemplado la vida de Jesús, hemos celebrado su entrega, su resurrección y la presencia viva del Espíritu en la Iglesia. Y, como corona de todo este recorrido, la liturgia nos invita a mirar a Cristo Rey del Universo.

1 – Un Rey distinto

Cuando pensamos en un “rey”, quizá nos vienen a la mente imágenes de poder, dominio o grandeza humana. Sin embargo, Jesús desconcierta todas nuestras categorías. Su trono es la cruz, su corona está hecha de espinas y su poder se expresa en el servicio y la entrega.

Él reina amando. Él gobierna sirviendo. Él vence perdonando.

Cristo no es un rey que se impone desde arriba, sino un rey que camina con su pueblo; un rey que carga nuestras heridas y abre caminos donde parecía que solo había oscuridad.

2 – Cristo Rey es el Rey del corazón

La pregunta de hoy no es si Jesús es Rey del Universo —eso ya lo es—, sino si es Rey de mi vida.
¿Gobierna mi manera de amar?
¿Mi forma de perdonar?
¿Mi mirada sobre el hermano?
¿Mi compromiso con la justicia?

Su Reino no es teoría: es vida concreta.
Un Reino que se encarna en pequeñas decisiones diarias: cuando elegimos la misericordia sobre la indiferencia, la paz sobre el resentimiento, la gratuidad sobre el interés.

3 – Final de año: tiempo para agradecer

Al concluir el Año Litúrgico es bueno hacer memoria.
¿Qué ha hecho Dios en mí durante estos meses?
¿Qué semillas ha sembrado?
¿Qué heridas ha sanado?
¿Qué caminos ha abierto?

Muchos habrán atravesado momentos difíciles; otros, experiencias de gracia; otros, luchas silenciosas. Pero en todo, Cristo ha reinado, incluso cuando no lo percibíamos. Ha reinado sosteniéndonos, invitándonos, llamándonos con suavidad a vivir con más profundidad y autenticidad.

Terminar el año litúrgico es reconocer la fidelidad de Dios, que jamás se cansa de nosotros.

4 – Comienzo del Ciclo A: una esperanza que se renueva

El próximo domingo iniciaremos el Ciclo A, guiados por el Evangelio de Mateo. Ese evangelio nos presenta a un Jesús Maestro, cercano, que sube a la montaña para enseñarnos las Bienaventuranzas; un Jesús que nos recuerda una y otra vez:

“Busquen primero el Reino de Dios”.

Comenzamos un año nuevo con la ilusión de caminar más hondamente con Él, de escuchar su Palabra con renovada atención, de permitir que su Reino transforme nuestros hogares, nuestras relaciones, nuestras comunidades.
La liturgia no es repetición: es crecimiento. Cada año el Señor tiene algo nuevo para nosotros, si el corazón permanece abierto.

5 – Un Reino que se construye entre todos

Celebrar a Cristo Rey es comprometerse.
Su Reino no crece por magia, sino con nuestras manos, con nuestros gestos, con nuestro testimonio.

Crece cuando un cristiano se decide por la justicia.
Crece cuando alguien perdona lo imperdonable.
Crece cuando nos hacemos cercanos a los que sufren.
Crece cuando vivimos como bienaventurados.

6 – Conclusión

Hoy podemos preguntarnos:
¿Qué puedo hacer este nuevo año para que el Reino sea más visible en mi familia, en mi parroquia, en mi barrio, en nuestra comunidad de Antiguos Alumnos?

Hermanos, al celebrar a Cristo Rey —Señor de la historia, Rey de la misericordia y Pastor que nos guía hacia la vida plena— abrimos también las puertas de un nuevo año litúrgico.

Demos gracias por el año que culmina y pidamos un corazón disponible para comenzar el Ciclo A con profundidad, fidelidad y compromiso.
Que Él sea nuestro Rey, no por obligación, sino por amor.
Que su Reino venga a nuestras vidas y que nosotros seamos portadores de ese Reino para el mundo.

José Rodríguez Pacheco

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