Señor, me has mirado a los ojos, así comienza el estribillo de un hermoso canto de comunión, que me emociona.
Y pensando en la letra me hago estas reflexiones que comparto.
Tú has venido a la orilla
¡Qué imagen tan hermosa evoca esta frase!
Cuando estuve en Israel pocas cosas me emocionaron.
Una de ellas fue estar en la orilla del mar de Galilea.
Podría ser donde el Señor dijo a Simón y a su hermano Andrés: “Seguidme”.
La orilla es tan apacible, se respira paz y calma.
¡Qué sencilla es esa llamada!
Me imagino a Jesús, caminando por la arena, sin hacer ruido, al caer de la tarde. Aquello debió ser un flechazo.
No has buscado
Ni a sabios, ni a ricos
Jesús buscó a unos humildes pescadores, seguramente analfabetos, pobres.
Y se enamoraron perdidamente de Jesús.
Tan sólo quieres que yo te siga
¡Cómo si fuera tan sencillo! Y lo es. Pero siempre lo complicamos todo. Nuestros miedos, nuestras angustias, nos atenazan, y nos cuesta dejarlo todo y dejarse llevar solo por el Amor.
Señor, me has mirado a los ojos
Esa mirada de Jesús, ¿Cómo sería?
Recuerdo cuando hace unos veinte años hacía el camino de Santiago desde Vigo, con un grupo de amigos.
Caminaba con un compañero, cuando oímos una campana.
─Es el Ángelus. Vamos.
Efectivamente, una pequeña iglesia, pintada de blanco, al pie del camino, nos invitaba a entrar.
Una penumbra acogedora nos envolvió. En el altar, tres monjas dirigían la oración.
En el primer banco dos viejecitas del pueblo.
Seguimos el rezo y vi cómo se sorprendían al oír nuestras voces.
Al finalizar la oración, una de las monjas se acercó para cerrar la puerta y la saludamos.
Un rayo de sol que entraba por la puerta iluminó su rostro.
Nunca había visto ojos tan bellos. Algo le dije. Me miró, sonriendo, y nunca se me olvidó esa mirada.
Sonriendo, has dicho mi nombre
Una sonrisa siempre nos conquista y si además dice mi nombre.
¡Cuántas veces se acerca Jesús sonriendo y dice nuestro nombre!
En la arena he dejado mi barca
¡Qué atracción la de Jesús para que Simón, el pescador, deje su barca!
El encuentro con Jesús hace que todo pierda valor.
Junto a Ti, buscaré otro mar
Simón junto a Jesús, dejó el pequeño mar de Galilea para buscar otro mar, Roma, el ombligo del mundo.
Tú, sabes bien lo que tengo
Jesús me conoce, sabe cómo soy, conoce mis debilidades, mis defectos, sabe de mi pobreza.
En mi barca
No hay oro ni espada
Tan sólo redes y mi trabajo
A Él le bastan mis redes y mi trabajo para seguir.
No se trata de comprar ni conquistar, sino de enamorar.
Señor, me has mirado a los ojos
¡Cuántas miradas en el recuerdo nos traen la mirada de Jesús!
El corazón no olvida esas miradas de amor.
La mirada de una madre, de la esposa, de un amigo.
Esas miradas nos muestran la mirada de Jesús.
Tú, necesitas mis manos
Miro mis manos y tiemblo de pensar que el Señor las necesita.
Las necesita para construir su Reino.
Mi cansancio
Que a otros descanse
El cansancio de los voluntarios, de los misioneros, de los que hacen de la vida un servicio.
Amor que quiera seguir amando
Hay que seguir lavando los pies, hay muchos pies por lavar.
Señor, me has mirado a los ojos
Cuando me miras, haces que sea la mejor persona que pueda ser.
Tú, pescador de otros mares
Recuerdo cuando iba de pesca y sentía que la caña se doblaba.
Tu Señor lo haces todo, yo solo sostengo la caña y espero.
Ansia eterna
De almas que esperan
Cuando te dejo entrar en mi corazón, la tarea se hace interminable.
Amigo bueno, que así te llaman
Que sensación tan dulce llamarte amigo.
Señor, me has mirado a los ojos
Que no olvide jamás, que me sigues mirando.
Jesús Muñiz González
Efectivamente, es una buena canción para rezar, para derretir nuestro corazón de hielo en un corazón de carne. Es una canción hecha oración que gusta sobre todo a la gente sencilla. Por eso, no hay celebración en la que no se entone. Como punto de partida, no está mal. Pienso que nos tiene que llevar a un diálogo más profundo con Jesucristo.
Señor me has mirado a los ojos, es mi canción religiosa preferida y al leer tu reflexión acerca de ella y con la música de la canción muy suave de fondo, me ha provocado una sensación de lo mas agradable, me he sentido cerca de Jesús como.nunca, sintiendo el deseo de acompañarle en esta barca. Y me he dado cuenta como nunca, del valor de una mirada a los ojos, de una sonrisa tanto si la recibimos como si la damos. Jesús eres un poeta, gracias por compartir esta hermosa reflexión y así hacernos más conscientes del sentido de esta preciosa canción-oración.