Diciembre de 2021

Autor: Colaboración
On 6 diciembre, 2021

Diciembre de 2021. A mis hermanos salesianos y a todos los miembros de nuestra Familia Salesiana

Conocí entones el significado de un guía fijo, un amigo fiel del alma que hasta entonces no había tenido.

Desde aquel período, comencé a gustar lo que es la vida espiritual, pues hasta este momento actuaba más bien materialmente y como una máquina que hace las cosas sin saber por qué.

Con una mirada retrospectiva de casi cincuenta años, Don Bosco recordaba con estas palabras lo que supuso para aquel niño de once años el encuentro con Don Calosso.

Aquel sacerdote no sólo resolvió un problema práctico generado por la oposición del hermano Antonio a que Juanito estudiase.

Ese providencial encuentro, en el ocaso de la vida de aquel cura, ayudó a Juanito Bosco a comenzar a construir su casa sobre la roca firme de la vida espiritual y el encuentro con Jesús.

La presencia de Dios rodeó por completo toda la vida de Don Bosco.

Cualquier interpretación que se haga de sus palabras, obras o actuaciones pedagógicas que no tenga en cuenta esta realidad, no llegará a comprender quién era Don Bosco.

Saberse en la presencia de Dios le ayudó en los momentos difíciles, le orientó en sus decisiones y le hizo vivir, como contaron sus hijos, como si viera al invisible.

La oración requiere de hábitos, de costumbres, de expresiones populares.

Pero una oración rutinaria que no tenga incidencia en la propia vida, acaba por abandonarse de la misma manera que se dejan de comer aquellos alimentos que no tienen sabor.

También nosotros necesitamos aprender ese gusto por la vida espiritual que nace de encontrarse con Jesús, de acoger la paz que nos regala, de cultivar una mirada contemplativa ante la vida.

Cuando su madre acudió a él cansada y agobiada, una mirada al crucifijo bastó como argumento; cuando se subía a la catedra de las buenas noches para hablar a sus muchachos, la Virgen aparecía en los sueños que narraba como una presencia real y protectora ante las dificultades; en su pedagogía espiritual, los sacramentos de la Eucaristía y  confesión ayudaban a crecer a sus muchachos; cuando problemas de todo tipo nublan el horizonte, la confianza en la providencia de Dios aportaba serenidad y una mirada creyente ante las incertidumbres.

En un universo cultural tan diferente al que Don Bosco vivió, estamos llamados a sentir esa necesidad de Dios y ese gusto por la vida espiritual.

Hoy Dios causa indiferencia para mucha gente y el imaginario religioso provoca rechazo en buena parte de esta sociedad secularizada.

Pero al mismo tiempo, ante el estrés de la vida surge, en no pocas personas, el deseo de buscar un espacio de interioridad que estamos llamados a habitar con el encuentro personal con Jesús.

En una sociedad que genera tantas vidas insatisfechas, el Evangelio tiene que seguir siendo una buena noticia para dar sentido y consistencia a la vida.

Un encuentro fortuito camino de Murialdo ayudó a Juanito Bosco a cultivar esa relación con Dios sobre la que asentar su vida.

Nuestras casas y nuestra Familia Salesiana están llamadas a continuar con ese cuidado, acompañamiento, guía… para que, como Don Bosco, aprendamos y enseñemos a gustar la vida espiritual.

Un abrazo

 

Diciembre de 2021Fernando García Sánchez

Inspector SSM

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