Fui a comunicar a los gorriones

Autor: Jesús Muñiz González
On 10 septiembre, 2021

Fui a comunicar a los gorriones la gran noticia antes de ir a buscar a Alba y Alicia.

Era la primera vez que iba yo solo.

Me sentía un poco nervioso. Como un niño que da los primeros pasos.

En cuanto llegué al lugar, toqué en la flauta un saludo.

Al momento llegaron los gorriones y cantaban a alegres en mi entorno, se posaban en mis hombros, en mi cabeza y hasta en la flauta.

Me sentí feliz y ya más tranquilo les comuniqué que habíamos encontrado un lugar al que podrían ir y quedarse.

También les dije que me iba a buscar a Alba.

Recibieron las noticias con gran alegría, revoloteaban como locos a mi alrededor.

Pensándolo bien cada vez me parecían más humanos en sus reacciones.

Sobre todo se comportaban como los niños, con sus emociones, tan espontaneas.

Aun me acompañaron un buen trecho del camino.

Enseguida llegué al piso de mis dos nuevas amigas.

Les hablé de mi comunicación con los gorriones.

Me felicitaron muy contentas por la iniciativa que había tomado.

Mientras nos dirigíamos al despacho del notario donde habíamos quedado con Eladio, les manifesté mi duda.

─¿Cómo les diremos a los gorriones donde está la finca?

─Muy sencillo. ─Respondió Alba al momento. ─Llevaremos algunos en el coche. Una vez en el sitio les será muy fácil orientarse para avisar a sus compañeros.

Claro, qué sencillo. Como no se me había ocurrido.

Todavía no aceptaba de forma natural que el instinto de orientación de las aves es muy superior al mío.

En el camino les expliqué mi idea sobre la vivienda, para compartir los tres.

Les encantó. Alicia conocía a un arquitecto al que se le podría encargar el proyecto.

Y ya sin más, lo llamó por teléfono.

Por la tarde nos recibiría en su estudio.

Se iba desarrollando todo tan fácil, que me asustaba no haber encontrado ningún obstáculo.

Cuando llegamos a la notaría, Eladio ya estaba allí esperando.

Nos comunicó que en diez minutos nos atenderían.

Y así fue. Nos tomaron los datos y tendríamos los documentos preparados para firmar en siete días.

Al salir Eladio nos dijo que podríamos ir por la finca cuando quisiéramos. Al fin y al cabo, ya era nuestra.

Después se despidió pues tenía cosas que hacer. Para cualquier cosa teníamos su teléfono.

Todavía era temprano para la comida.

Decidimos ir al Castro para llevarnos algunos gorriones a la finca.

Y de camino avisaríamos a Sindo para comer en su restaurante y celebrar.

Ahora cada encentro era una celebración.

No te puedes imaginar la felicidad que me envolvía.

Mi vida había dado un cambio de ciento ochenta grados.

Podría dedicar mi vida a algo tan emocionante como la vida de los gorriones.

Y eso que me hubiera parecido una locura en mi vida anterior, ahora se me antojaba como una tarea apasionante.

Sobre todo, porque el conocimiento de estas aves estaba estrechamente unido con el bienestar de la humanidad.

En cuanto llegamos al Castro los gorriones acudieron a nuestro encuentro.

La comunicación era tan fluida que aquello parecía una verdadera fiesta.

En cuanto les dijimos que llevaríamos a algunos para que conocieran su “hogar”, todos querían apuntarse.

Al fin dejamos que ellos mismos hicieran la selección.

Por otra parte, no pasaría mucho tiempo en que todos pudieran ir allí.

“Los gorriones” sería ahora como una especie de lugar de encuentro, además de investigación y perfeccionamiento en el conocimiento y comunicación con nuestros amigos.

“Los Gorriones” sería como una puerta abierta a la comunicación con la naturaleza.

Todos formamos parte de la creación.

La superioridad de unos sobre otros no está en el poder, sino en el servicio.

Nosotros aprenderíamos mucho de los gorriones y ellos aprenderían mucho de nosotros.

La razón de todo ello era la comunicación.

En ese momento comencé a vislumbrar que ese era el camino correcto, que la creación era un todo.

La comunicación era el principio fundamental.

Si empezábamos a comunicarnos sería como abrir una puerta para entendernos de verdad con la naturaleza.

Nos dirigimos a la finca de Los Gorriones, con el coche repleto de aves.

Cuando llegamos se entusiasmaron con el lugar.

Hicimos una llamada a Eladio para decirle que íbamos a comer.

Los gorriones se organizaron enseguida.

Mientras unos volvían al Castro para comunicar al resto la ubicación de Los Gorriones, los demás se pusieron a explorar los árboles y el resto de la finca.

El tiempo se nos fue volando y cuando llegó la hora de comer, nuestros pequeños amigos nos despidieron con una atronadora algarabía.

Sindo nos recibió encantado. Rosalía había preparado una suculenta “caldeirada” de rape.

Durante la comida, contemplando los rostros felices de Alba y Alicia, el entusiasmo de Sindo por tenernos allí de nuevo, me di cuenta de lo sencillo que es ser feliz.

La felicidad no consistía en tener lo que deseamos, sino en disfrutar de la vida, tal y como se nos presenta.

Entusiasmarnos con el quehacer es el mejor estimulante para vivir.

Cuando fui a comunicar a los gorriones la buena nueva iba con el temor de no ser comprendido.

Ahora me sentía confiado y feliz.

Cuántas veces dejamos de hacer cosas por miedo a equivocarnos, a quedar en ridículo.

Estaba aprendiendo a tener confianza.

Desde mi plato de comida, contemplando los rostros felices de mis amigos, vislumbré que estaba en el vestíbulo de la felicidad.

No tardé en averiguar que las lágrimas y el sufrimiento iban en el mismo paquete.

 

Fui a comunicar a los gorrionesJesús Muñiz González.

Los gorriones fueron pacientes maestros (7)

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Comentarios

2 Comentarios

  1. MAITE SERRA

    En las distintas narraciones de Los Gorriones, encontramos en todas ellas entusiasmo, vemos que nunca es tarde para hacer algo que nos guste, y la comunión que existe entre el hombre y los gorriones, en su comunicación, es toda una lección de amar, entender y fundimos con la naturaleza, que al fin y al cabo somos parte de ella, y puede que muchas veces lo olvidemos, no tratrándola como se merece. Me encanta tu historia con los gorriones, y espero impaciente ver como se irá desarrollando.

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  2. Nerys

    Hola, buenas tardes. Ver las aves para mí es un gusto. Aquí, en el patio de la casa, vienen mucha. Yo les pongo comida, para que cada días tengan su ración.

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