Navidad de un poeta

Autor: Colaboración
On 24 diciembre, 2020

Navidad de un poeta.

Al abordar el misterio de la Navidad sufrimos una doble tentación

Mitificarla tanto que la reducimos a una narración maravillosa, bella, conmovedora, con poca realidad y menos significado.

Desmitificarla tanto que acaba siendo un puro dato desnudo sin revelación.

Evitar una interpretación “celeste” o ser reducida a un hecho más dentro de la cerrada causalidad histórica sin ninguna novedad.

La Palabra se hizo carne (Jn 1,14);

Lucas insiste en la acción de Dios y en su “intervención” en la historia.

Pablo en Gálatas 4, 4-7 afirma que está ocurriendo la manifestación definitiva de Dios en Jesús;

Nuevo punto de partida narrado desde la pascua e iluminado por ella.

La finalidad de todo discurso cristiano: llegar ante el misterio de Dios y allí desaparecer para dejar paso a la adoración.

Todo un poema de Amor

Un poema no puede estar como en un escaparate de joyería, porque es preciso que escribamos desde el solar de la palabra misma, desde el solar de nuestra propia alma. (Luis Rosales)

Los poemas son desahogos del alma, gritos lanzados desde la cima de un monte hacia espacios que no tienen fin. Escribir poemas es emitir como el viento la voz, como la flor el perfume a la vida.

El estudio mediante la razón, el análisis de la técnica o del lenguaje, nos muestran cómo se produce la maravilla por la que se puede expresar un mensaje y una vivencia de forma elegante y armoniosa;Navidad de un poeta

el porqué de una secuencia de palabras, una determinada cadencia, una métrica o una rima, emergen sensaciones que nos evocan sentimientos más allá de los significados literales.

Pero de la poesía, lo más importante es sentirla, saborearla íntimamente, dejar que por sí misma nos revele el mensaje, el dolor o la alegría, la placidez o el desasosiego, la ilusión o la desesperanza, el cariño o el desamor que encerró en ella quien la materializó sobre un papel.

La poesía es el acontecimiento hecho lenguaje del corazón.

El poeta es el eterno novio de las cosas y los seres.

La poesía es un acto de amor. Un acto creativo en el que el hombre y la mujer enriquecen la realidad con algo que sale de su espíritu.

La poesía es una palabra de paz lanzada a la vida, es decir, una golondrina en movimiento.

Una palabra del yo habitado por el otro.

La poesía es plural y es punto de encuentro.

La poesía es un fermento para la unidad de los humanos.

El poeta se eleva por encima del asfalto, del ruido, de las prisas. Hacer poesía es conectar con la presencia de Dios en nuestro corazón… Creer que un poeta es más útil que un político, que un niño es más importante que un emperador, que la fe es la mejor lotería que nos puede tocar en Navidad, creer que si Dios se hizo hombre, ser hombre/mujer es lo más grande que se puede ser.

Poeta es alguien que va más allá en el mundo circundante y más adentro en el mundo interior; pero además debe unir a esas dos condiciones, una tercera más difícil: hacer ver lo que ve. (Dulce María Loynaz)

Por eso, junto a la hoguera donde se calientan del relente de la noche, los pastores parecen estar diciéndonos:

“estad atentos, no perdáis la conciencia de la noche: solo en ella se revela el inmenso y silencioso trabajo de Dios en el mundo; solo estando del lado de los que padecen más su intemperie puede sorprendernos la visita del Ángel”.

Tú y yo hemos sido deslumbrados por una gran luz:

No temáis, os doy una gran alegría… Os ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor….

Así, siendo “poca cosa” pero en sintonía con un recién nacido vamos a adorarle, haciendo un poema con nuestra vida y recitándola con villancicos pastoriles.

Traduciendo lo que cuentan los ángeles (la Biblia, la teología, la tradición…), no solo al lenguaje de los sabios y entendidos de Jerusalén, sino al “dialecto de Belén”, al que habla todo el pueblo.

Poemas y villancicos que nacen del corazón.
Navidad: ¡es la hora de la alegría!
Sí a la sonrisa de un Niño, si a la amistad de los hombres y las mujeres.
No a la amargura de las noches largas, de muchos días negros.
No a los pesimistas, agoreros de la libertad.
No a la tristeza.
¡Esta es la hora de la alegría, y no queremos más tristezas!
Brindemos por un mundo de risa clara.
De sonrisas limpias llenas de dentífricos de Amor…
Por la Paz, que renazca para siempre de estas cenizas,
Que resurja como arco-iris-de-amor-paloma-de-paz.
Por las ilusiones que dan vida a nuestro ser, por los valores humanos, por la Humanidad entera.
Por el recuerdo de los buenos amigos, para que sean más
En una cadena de manos unidas mirando al sol, mirando al mar.
Para que desaparezcan algunos gramos de mal entendimiento nacional,
Por el que no está a gusto, por el que no se encuentra,
Por el que no sabe vivir o no le dejan vivir,
Por el que no sabe amar ni reír…
¡Brindemos para que este néctar de esperanza mezclado con gotas de ilusión,
Rodajas de paz y guindas de ternura nos devuelva algo nuestro
Que perdimos en la noche de la vida…
Brindo con las copas de todos los árboles de la tierra
Para que nazcan sonrisas en el corazón
Del hombre y de la mujer.
¡Brindemos de verdad!
¡Cambiemos nuestras vidas!
Choquemos nuestros vasos.
Es Navidad: ¡hora de la Alegría!
Postdata:
El reloj marca mañana:
Bandera sin colores con mástil de regaliz
Y la vida como única canción.
Navidad: ¡Gracias Señor!
¡Ah, y prohíbeme dejarte de querer!

(poema de José Fernández del Cacho)

 

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Comentarios

1 Comentario

  1. Begoña Fernández Prado

    Muy lindo este artículo, da mucho que pensar y es verdad «haciendo un poema con nuestra vida»

    Responder

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